Pasa el tiempo, y a medida que profundizo en la danza butoh, encuentro en sus raíces la médula que sigue nutriendo la pregunta “quién soy?”; “qué me está sucediendo”?.
En la danza butoh comenzamos por componer un cuerpo vacío, muerto de condicionamientos culturales y personales. Desde ahí, cuerpo sin órganos, sin organización, escuchar las fuerzas y las memorias minerales, vegetales, cósmicas, ancestrales, que nos habitan.
La conciencia es el estado de presencia total desde un cuerpo molecular que nos permite percibir y seguir los trayectos de una sensación, la transformación, las velocidades que se juegan en el espesor de un cuerpo que se abre a la escucha de esa multiplicidad de sentidos que es el cuerpo del butoh. Memorias actualizándose materialmente.