La aparición de nuevas formas dominantes de producción, circulación y uso del conocimiento en América Latina a mediados de los años 80 se encontraba vinculada con algunos fenómenos específicos. Entre ellos se puede destacar el aumento del número de individuos con calificaciones vinculadas a la investigación, la producción y la aplicación de conocimiento, sumado a que una parte considerable de esa producción de conocimiento estaba ligada al contexto de producción y a la resolución de problemas (Gibbons et al., 1997); el crecimiento del número potencial de sitios vinculados con la creación de conocimiento, abarcando universidades, institutos no universitarios, centros de investigación, agencias gubernamentales, laboratorios industriales, think tanks, consultoras y unidades de desarrollo; el inicio del desarrollo de nuevas figuras mediadoras entre los tomadores de decisión y los expertos; y la aceleración de la lógica de producción. Al mismo tiempo, con la descentralización de los Estados se iban debilitando las políticas públicas exclusivamente centradas en éstos, para dar lugar a nuevas formas de gobernabilidad a través de la emergencia de redes. [Extracto a modo de resumen]