El término mediatización se ha convertido, desde hace alrededor de veinte años, en el núcleo duro de un activo campo de estudios tanto en Europa como en América Latina. Cierto es que no se puede hablar de un programa de investigación, que no existe una teoría de la mediatización y, consecuentemente, pueden hallarse diversas conceptualizaciones y enfoques; pero lo interesante es que el recurso compartido a un mismo rótulo ha abierto — en parte como efecto del intento colectivo por estudiar y comprender procesos actuales y globales, en parte como efecto de competencia académica por delimitar un objeto— un terreno de discusiones, debates y lecturas cruzadas sobre los procesos de cambio vinculados con las transformaciones sociales (políticas, culturales, pedagógicas, religiosas, etc.) asociadas a transformaciones mediáticas (en sentido amplio, tecnológicas e institucionales).