La adaptación es una práctica que se lleva a cabo desde que existe el arte de contar historias y todos hacemos uso y abuso de ella. Es natural que cuando cualquiera de nosotros relata una anécdota o un suceso exagere o disminuya los detalles, se detenga más en ciertos episodios y saltee otros, según el grado de interés que nota en los oyentes. Pues bien, eso mismo sucede con los textos, existe una primera adaptación que es espontánea y que consiste en centrar la atención en lo que más entusiasma y “recortar” lo que resulte más tedioso. Además no podemos dejar de mencionar que sobre todo cuando de historias para chicos se trata, la adaptación es moneda corriente, ya que casi todos los cuentos llamados tradicionales que contamos o nos contaron son adaptaciones de sus versiones escritas, mientras que estas a su vez son adaptaciones de sus versiones originales de tradición oral.
Cuando la adaptación tiene como destinatario al público infantil parece que el término se asocia al de simplificación. Simplificar la historia para que el chico la entienda. Por supuesto que aquí “simplificar” es casi sinónimo de arruinar.
Tomaremos dos textos en particular para analizar cómo la autora en lugar de reducir el encanto de los originales, realiza un complejísimo trabajo literario reescribiendo la obra o, como a ella le gusta decir, “contando estas historias de otra forma”.
Hemos elegido las piezas teatrales "Abran cancha que aquí viene Don quijote de la Mancha" y "¡Que sea la Odisea!" ambas de Adela Basch y basadas en "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" y "La Odisea" respectivamente.