La Universidad Nacional de La Plata se propuso, sobre la base de la defensa de las ideas de la reforma universitaria de 1918, que la educación pública y gratuita se transforme en el motor del desarrollo del país y de una sociedad más igualitaria. Para ello desarrolló en 2004 un Plan Estratégico de gestión –que se sigue actualizando y reformulando con la participación de todos los sectores que componen la vida universitaria–, en cuyo objetivo general –entre otros puntos y yendo más allá de sus funciones básicas como institución educativa y generadora de conocimiento– se propone ser una institución “… transparente, eficiente y moderna en su gestión, comprometida, integrada y solidaria con la comunidad a la que pertenece…” (UNLP, 2018, pág. 7). La Universidad, planificada desde claros objetivos, tiene que ser capaz entonces de formular respuestas alternativas para incidir en los cambios, conflictos y necesidades sociales. De alguna manera esto resume el lugar estratégico que asumió y que ocupa una institución universitaria como la UNLP, segunda en importancia en el país.
El año 2020 se vio alterado de una forma imprevista por la pandemia de COVID-19, una enfermedad producida por un virus de rápida propagación y contagio masivo que obligó a naciones, gobiernos y Estados alrededor del mundo a decretar cuarentenas y aislamientos sociales que modificaron la vida que llevábamos. Desde el mes de marzo en nuestro país y por decreto del gobierno nacional, se lleva adelante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) como medida de contingencia, protección social y salud pública frente a esta pandemia.