En parte debido a la tradicional articulación entre estructura social y sistema educativo, ha sido y es común asimilar las capas de los intelectuales (o al menos el grueso de ellas) a las de la "pequeña burguesía" o "clase media" (según la perspectiva teórica), y especialmente a sus capas superiores, altas o acomodadas. En Argentina, la persistencia de esta caracterización tiene asidero en que la posibilidad de completar los estudios superiores sigue estando restringida a poco más de una décima parte de la población joven y adulta. Sin embargo, esta situación convive con un incremento constante de quienes asisten a este nivel, proceso muchas veces atribuido a un creciente acceso de masas de población de extracción popular. ¿Hasta qué punto entonces se ha transformado la composición social de quienes acceden al nivel superior? El ejercicio que presentamos intenta una primera aproximación a los rasgos de los asistentes al nivel superior a partir de las relaciones sociales en que están insertos los propios estudiantes y los jefes de los hogares en los que habitan. Para eso, se utilizarán datos procesados a partir de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos referida al conjunto de la población urbana argentina correspondiente al año 2010.