En este trabajo me propongo analizar, en la escritura de Plaza Irlanda (2005) de Eduardo Muslip, los recorridos en la memoria que establece el narrador, a quien lo sorprende la inesperada muerte de su mujer. La realidad presente del personaje se desdibuja en un catálogo que constituye un mapa borgeano de recuerdos, cuyas direcciones construyen la memoria y bosqueja la identidad subjetiva. Su mirada se desplaza en detalles representativos que disparan episodios pasados, recuerdos como territorios fragmentarios del dolor presente. Los objetos, los espacios, las personas, todo genera una visión extrañada que hace que el pasado sublime y se disocie del presente, hasta casi negarlo en la tristeza desfigurada en lo nimio. La valoración de ciertos objetos, calles, plazas, referencias compartidas con la muerta se presentan recorriendo hechos a partir de la mirada actualizada, y los mismos se resignifican progresivamente desde la ausencia, edificando la memoria en movimiento doble, recuperando esencias de lo vivido, y a su vez, cargando de dolor el presente.