En base a ello, me permití en esos momentos algunas reflexiones, desde la óptica local y la disciplina administrativista que ejerzo. En primer lugar, que la pandemia, como siempre pasa con toda crisis, vuelve a poner en el centro de la escena al Estado, como garante del salvataje y recuperación del sistema de vida en la sociedad. En segundo lugar, la conducta social fue la de acompañar la decisión gubernamental de cerramiento o confinamiento, a los fines de reducir la propagación de la pandemia. Entonces, en el cuidado propio esta el cuidado al otro, en el valor de la hermandad o fraternidad. Idealmente, pensé que, en base a la fraternidad, debería surgir un nuevo Contrato Social.