La histórica crisis sanitaria, social y ambiental que actualmente transitamos producto de la pandemia es sin duda el resultado de una crisis civilizatoria. La ruptura de un modelo económico, mediático y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas. El modelo dominante desconoce al Otro; mientras privilegia un modo de producción y de estilo de vida insustentables que ha devenido hegemónico en el proceso de globalización. Esta crisis socioambiental que camina con nosotros, no es algo meramente ecológico sino social, es decir un hecho antrópico y no natural. A esta situación, se le suma la crisis del discurso hegemónico en los grandes medios de comunicación, que pone al desnudo la falta de problematización y cobertura que tienen las cuestiones ligadas a lo ambiental. Pese a este escenario planteado, a partir de la última década la cuestión ambiental ha tenido un giro sumamente favorable con la ampliación de espacios de reflexión, las voces de los jóvenes y el aprovechamiento de las redes sociales para instalar la discusión del ambiente en la agenda pública. No hay dudas de que la pandemia aceleró los tiempos y los debates en estos últimos meses se han profundizado. Esto se puede observar a partir de las miles de charlas y conversatorios que se están dando de manera virtual, generalmente organizados por la juventud, y que proponen un nuevo escenario de disputa y reconocimiento. En ese marco es que surge esta investigación, que no es más ni menos que el resultado de un proceso de construcción social de sentidos que se da en el seno de un grupo de estudios transdisciplinario, cuya diversidad académica propone diversas líneas de investigación. En ese sentido, buscamos desandar un camino que tiene a la comunicación y al ambiente como principales protagonistas, haciendo énfasis en tres grandes ejes: 1. Reconocer e indagar sobre las problemáticas ambientales históricas y que hacen al mundo un escenario de vulnerabilidad social y de propagación del Covid-19. 2. Analizar el acceso a la información pública como un derecho fundamental para promover el conocimiento de la sociedad y fomentar el debate público para construir más democracia. 3. Poner en crisis la construcción social que hacen los medios de los debates ambientales y reflexionar sobre la necesidad de ponerlos en la agenda pública. Esto implica proponer políticas de comunicación y difusión que garanticen un acceso a la información pública. El ambiente es un punto nodal, no sólo en cuanto a la disputa ecológica y las implicancias de distintos estamentos del Estado, sino también en cuanto al desarrollo político y económico de nuestro país. En ese sentido, esta situación excepcional nos interpela directamente como científicos sociales, más concretamente si consideramos las implicancias que la gestión de este fenómeno sanitario mundial tiene para la comunicación ambiental. Por ende, el desafío es promover este tipo de reflexiones en tiempos de Coronavirus, tanto en ámbitos académicos como políticos, para poder diseñar políticas públicas con todos los actores involucrados y doblegar al virus a través de construcciones colectivas.