Cuando aún no se avizoraba el impacto de la era digital y la llegada de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), en 1947 André Malraux, Ministro de cultura de Francia, imaginaba otras formas de comunicar el mensaje de los museos y acercar a los públicos físicamente distantes. Entonces el acercamiento comenzó a realizarse a través de muestras itinerantes y de la difusión de materiales impresos. Pero los cambios más profundos ocurrieron en las últimas décadas, con el acceso a los recursos informáticos, internet y las redes sociales, y se aceleró durante las restricciones para frenar el avance de la pandemia del COVID19.
Sabemos que ninguna tecnología puede sustituir los sentimientos que despiertan el asombro y la emoción de los visitantes ante el descubrimiento de los secretos del mundo natural y cultural. El encuentro entre educadores y público ocurre principalmente en las salas de exhibición. Sin embargo, ante la crisis del aislamiento por la pandemia, los museos no tuvieron alternativa. Hubo que salir a buscar y acompañar al público, a imaginar y recrear nuevas formas de comunicación.