Carlos mira desde su esquina a los desconocidos que paramos hace media hora en la vereda del frente. A nuestras espaldas está el campito con unos monoblocks de fondo, adelante lo que quedó de la villa, y a la derecha el barrio con sus calles nuevas, modernizado por el asfalto y los frentes mejorados de las casas que fueron ranchos. En esa esquina vive Carlos desde que era un niño. Y por eso sabe que quienes estamos parados esperando algo con dos pibes del barrio en un auto, y con un remisero que tiene puesta una campera que lo hace parecer policía, no somos del lugar. Se acerca. Camina sonriendo desde su esquina, con parsimonia, y estirando, al acercarse, la mano para saludar.