Las nuevas exigencias legales que enfrenta la práctica odontológica contemporánea parecieran demandar una preparación especial del futuro profesional. Antiguamente en la sociedad había tres poderes que eran admirados y venerados por todas las personas. El sacerdote, el juez y el médico. El papel del médico, como el sanador y acompañante de la familia, fue perdiéndose como tal, hasta ser hoy día un título más dentro de las muchas profesiones que existen y que son dignas de respeto por sí mismas. Durante largo tiempo los médicos fueron endiosados. El médico era quien salvaba a los enfermos de la muerte y siempre sabía qué era lo que debía hacer con sus pacientes. El mismo término “paciente” denota las facultades supremas del doctor.