En este capítulo el autor se focaliza en los incentivos de los distintos esquemas de integración, distinguiendo entre los que aumentan la volatilidad del ciclo económico y los que ayudan a reducirla. Enfatiza sobre los términos de intercambio que operan en la práctica como motores (o amortiguadores) del crecimiento, toda vez que el comercio internacional es un modo indirecto de producción y la relación de precios del comercio es el determinante de la productividad de bienes finalmente deseados (importaciones) que se consiguen mediante la fabricación de bienes exportables. Sostiene que cuando los esquemas de integración potencian la especialización en commodities, aumentan la volatilidad del ciclo económico y contribuyen de esa forma al subdesarrollo. Por el contrario, cuando promueven la inversión extranjera directa bajando el riesgo país, relajan la restricción de divisas de un modo más estable y acompañan la apreciación que genera la abundancia de divisas, con un salto en la productividad de la economía.