La Organización Mundial de la Salud (OMS) conjuntamente con los diferentes países del mundo y a través de sus Agencias Regulatorias, desde hace más de 20 años, lucha denodadamente para evitar el ingreso de medicamentos falsificados a la cadena legítima de distribución y que los mismos lleguen a los pacientes, ocasionando diferentes problemas a la salud de los mismos y a los sistemas de salud.
Los productos médicos falsificados (medicamentos, vacunas, derivados sanguíneos, otros productos biológicos, productos diagnósticos, dispositivos médicos, su combinación y sus componentes) constituyen el mayor riesgo a la salud pública para todas las comunidades en el mundo.