En América Latina la consolidación de los estados nacionales se realiza durante el siglo XIX con el objetivo de marcar un corte respecto tanto del pasado indígena como del hispanista y colonial, y también para crear una identidad de cara al futuro teniendo como modelo las dos revoluciones europeas más destacadas del momento: la Revolución social francesa, y la Revolución industrial inglesa, ejes del nuevo comercio y de los intercambios que definen el perfil social, político, cultural y territorial de toda América, siempre espejo de lo europeo. A nivel artístico, en Europa y también en Argentina las corrientes románticas inician el cambio al plantear un nuevo tratamiento de los temas. Luego, las transformaciones perceptivas y empíricas propuestas por el impresionismo profundizan la ruptura con lo anterior y la renovación del lenguaje plástico.