Una mujer muere por sobredosis en medio de una bacanal, un recién casado en estado de sonambulismo asesina a un policía, dos policías ocultos tras la maleza disparan sobre un delincuente quien, moribundo, aparece fotografiado en la página siguiente. Fiel a su estilo sensacionalista, las páginas policiales de "Crítica" en su dorada década de los ’20, se atiborraban de grabados y fotografías, ofreciendo a sus devotos lectores de la tarde minuciosos “testimonios” visuales del hecho “efectivamente ocurrido”. Ya fuesen las instantáneas tomadas en el penal de Sierra Chica, o el boceto a mano alzada de un delincuente en la comisaría, el diario de Botana atribuía especial importancia a la imagen, tanta como a las notas periodísticas.
"Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920", es sin duda el más completo y exhaustivo estudio existente sobre el periódico. No obstante, Sylvia Saítta relegó voluntariamente la consideración de los aspectos visuales ya que examinar la variedad de géneros gráficos -desde las ilustraciones y fotografías, hasta las caricaturas políticas y publicidades- hubiera sobrepasado los límites impuestos a su investigación.
No pretendemos cubrir aquí tal vacío, sino proponer algunos lineamientos generales para el análisis de las imágenes de prensa y su relación con la noticia, así como sus posibles efectos en el lector. En particular, nos centraremos en una de las más exitosas secciones del diario, las crónicas policiales, con el objetivo de analizar a través de un conjunto acotado de fotografías e ilustraciones, las representaciones de delincuentes y las escenificaciones del crimen.