Luego de los años neoliberales y como consecuencia de ellos, se operó en la sociedad argentina y latinoamericana una reconfiguración de fuerzas sociales y políticas que marcaron una ruptura con la anterior etapa. Desde el Triunfo de Chávez en Venezuela, hasta la asunción de un presidente indígena en Bolivia, pasando por la pueblada nacional que derrocó al gobierno aliancista de De la Rúa; podemos inscribir al kirchnerismo en esas transformaciones. En el nuevo marco político regional, Etchmendy (2007), sostiene que hay dos clases de gobiernos que disputan o intentan limitar la hegemonía norteamericana en América Latina, un grupo de países están o han estado gobernados en los últimos 10 años por gobiernos que heredaron las tradiciones de la izquierda en la región (Lula, en Brasil y Bachelet en Chile) pero que sin embargo es en aquellos países que se hallan gobernados por lideres provenientes de las tradiciones populistas latinoamericanas donde se han producido las mayores transformaciones. El período abierto en 2003 con la asunción de Kirchner marca una ruptura en las formas de vinculación del Gobierno con los distintos actores sociales que habían cuestionado el orden neoliberal reconfigurando de esa forma el espacio político.
De esta forma, la ponencia apunta a repensar los liderazgos de las presidencias de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2011) en torno al problema de la reconstrucción de la tradición peronista en un nuevo contexto socio histórico. Esta cuestión ha sido abordada desde otras miradas que pusieron su foco en el problema de la institucionalidad afectada por una suerte de retorno del populismo o bien por otras que vuelven sobre el argumento del peronismo como partido del orden que implementa, una vez más, un bonapartismo que ahoga expectativas de cambio que venían de la crisis de 2001.