Los lineamientos actuales del comparatismo proporcionan más afinadas metodologías para las investigaciones en la disciplina, liberadas ya de las presiones de dar cuenta de “nuestra” originalidad, de disolver estigmas de atraso o asincronía, del mecánico estudio de fuentes, entre otros temas. Mis investigaciones reconocen en primer lugar un fundamento teórico y metodológico en la línea de Roger Chartier, a las que sumo aportes no ortodoxos dentro del comparatismo, pero que han enriquecido mis reflexiones, como son los de Serge Gruzinsky en su libro "La colonization de l’imaginaire", cuando investiga las reconstituciones culturales en el ámbito mexicano luego del colapso demográfico de fines del siglo XVI en el Virreinato de la Nueva España.
Otro aporte es el de Edouard Glissant, especialmente en "Le discours antillais", que despliega, en la misma articulación del libro, las posibilidades de pensar desde una cultura plural, desde ese “légamo incierto”, los contactos entre las diferentes experiencias humanas, sin someterlas a concepciones de superioridad/ inferioridad, o a perspectivas eurocéntricas. Como se sabe, Glissant es martiniqués. Sus reflexiones parten del Caribe para quebrar las ideas de insularidad de lo antillano y pensar la pertinencia de considerarlo como un todo, según modos en los cuales el comparatismo puede aportar mucho si se conjugan los múltiples fenómenos económicos, sociales y culturales, estableciendo relaciones productivas en cuanto puedan articular las disparidades sin las exigencias de asimilación o de homogeneidad.