Colonizar nuevos hábitats supone cambios fenotípicos substanciales en los organismos, pudiendo conducir a eventos de diversificación (Friedman et al. 2020). Los cambios fenotípicos pueden involucrar cambios en la morfología general del cuerpo y/o en estructuras relacionadas con, por ejemplo, la alimentación. Los "peces” (condrictios y osteíctios) son un excelente objeto de estudio para testear este tipo de hipótesis ecológicas porque a lo largo de su longeva historia evolutiva han colonizado casi todos los ambientes acuáticos de manera exitosa, adaptándose a diferentes tipos de hábitats dentro de la columna de agua. El ambiente pelágico, al ser relativamente uniforme, supone la existencia de menos ecomorfoespacios disponibles para la diversificación (Friedman et al.
2020). En contraste, los ambientes demersal y bentónico suelen ser más ricos en ecomorfoespacios y en posibilidades de diversificación, debido a la complejidad física y biológica que agrega la interacción de los organismos con el sustrato (Price et al. 2019, Friedman et al. 2020). La reconstrucción de la ecología de los "peces” fósiles es compleja debido a la falta de evidencia directa, sin embargo, la comparación con información ecomorfológica conocida de "peces” actuales permite inferir sus hábitos de vida. Nuestro estudio se centra en poner a prueba hipótesis paleoecológicas en osteíctios jurásicos. Las preguntas que guiaron nuestro estudio son:
¿La dieta y tipo de locomoción de osteíctios fósiles puede asociarse a modificaciones en la forma general del cuerpo y/o en proporciones asociadas a partes específicas del mismo? ¿Hay un correlato entre las estrategias de locomoción y alimentación en taxones fósiles y actuales?