El fracaso del proyecto desarrollista de integración se debió a la interacción de una multiplicidad de factores negativos. Los condicionamientos externos se multiplicaron a partir de las tensiones político-estratégicas desatadas por el desafío cubano a la hegemonía estadounidense. Por un lado la Alianza para el Progreso pareció ofrecer una propuesta de cambio de las estructuras que perpetuaban el atraso latinoamericano pero por otra parte el énfasis puesto por el gobierno de Estados Unidos sobre la defensa militar contra una posible intervención soviética alentó una cada vez mayor politización de las fuerzas armadas.
En cuanto a los condicionamientos internos, las propuestas desarrollistas no lograron que las mayorías populares asumieran y compartieran sus proyectos, por lo que estos dirigentes se encontraron muy debilitados ante fuerzas armadas que, aprovechando la secular debilidad de las instituciones estatales de nuestros países, tomaron el poder como medio de prevenir el avance comunista en el continente.