Cada vez son más frecuentes las aplicaciones donde el tiempo juega un rol importante. Por ejemplo en: protocolos de comunicación; controladores de robots, de comandos de aviones, de pasos a nivel de trenes, de procesos industriales automatizados y de dispositivos electrónicos (o electromecánicos); aplicaciones multimedia y de internet; entre otras. En general éstas son aplicaciones críticas, en las cuales una falla o mal funcionamiento pueden acarrear consecuencias graves, tales como poner en juego vidas humanas y/o grandes inversiones económicas. El comportamiento de estos sistemas, llamados sistemas de tiempo real, no está determinado únicamente por la sucesión de acciones que se ejecutan, sino también por el momento en que las mismas ocurren y son procesadas. El tiempo de ejecución es “el” parámetro fundamental en el comportamiento de esta clase de sistemas y una gran parte, quizás la más importante, de los requerimientos de los mismos son temporales: “tal acción debe ejecutarse en un lapso de tiempo determinado”, “el tiempo transcurrido entre dos eventos o señales debe estar acotado por un valor constante”, etc.