En las últimas décadas los mercados agroalimentarios mundiales tienen un renovado dinamismo productivo y tecnológico; la cadena de trigo y sus derivados no es una excepción. Diversas estimaciones -FAO, USDA señalan un moderado crecimiento en términos físicos de la futura demanda: se acuerda que a lo largo del próximo lustro el consumo crecerá por encima del 2%, para luego atemperar el dinamismo -a menores valores- en las décadas siguientes.