Los pontificados de Juan XXIII (1958-1963) y Pablo VI (1963-1978), el Concilio Vaticano II (1962-1965), la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968) y la II Asamblea Extraordinaria del Episcopado Argentino en San Miguel (1969) legitimaron y sistematizaron una serie de cambios internos de la Iglesia Católica que se comenzaron a evidenciar a fines de los años ´50. La renovación eclesial se concretó en diversos ejes, a saber: una apertura al mundo, una atención preferencial a los pobres y un espíritu más horizontal y participativo, que remitían al compromiso histórico por la “liberación nacional y social” que se perfilaba como ideal para grandes sectores de la juventud argentina (Politi, 1992: 121).