En principio, screener es aquel que hace algo (por nosotros) que nosotros ya hemos dejado de hacer: ir al cine (a ver películas). No obstante, seguimos siendo espectadores cada vez más sofisticados, queremos ver cada vez más (aunque sea de lo mismo) y cuanto antes, mejor. Devoramos. El screener se inmola por nosotros, para poner en circulación –lo más rápido posible– el texto audiovisual que él ha visto y registrado y que ahora lleva la marca de ese "haber estado allí".
Nos llama la atención por ser el actor que, sirviéndose de la tecnología que los nuevos medios ponen a nuestro alcance, se inserta, por la fuerza, en la red de distribución entre la obra de arte mediática y el espectador-usuario, produciendo una copia que también se llama screener.
Y este acto, quizá, autogestionado y subversivo, ya que vuelve (devuelve) público lo privado, sea lo que perturbe a la institución reguladora de objetos audiovisuales, como en el caso de la Academia Británica de Artes de Cine y TV, responsable de algunas persecuciones policiales.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)