En los ámbitos de producción del conocimiento académico y científico existe actualmente un extenso acuerdo acerca de que la experiencia y la construcción de significado están influidas por nuestra actividad corporal en el contexto espacial y temporal de nuestro entorno. Sin embargo, solo recientemente las elaboraciones teóricas y los análisis de dicha influencia comenzaron a considerar como una de las variables explicativas a las estructuras no-proposicionales de conocimiento, las cuales constituyen la preocupación central en el estudio de la cognición musical (Stubley 1992). En esta línea, en las últimas décadas se observa un cuerpo creciente de investigación en el marco de la psicología del desarrollo, la teoría de la mente, la psicología de la música, la ciencia cognitiva y la neurociencia, en cuyo seno se indaga el problema de la naturaleza y el alcance del dominio mental, y cuyos resultados representan evidencia de que dicho dominio abarca al cuerpo en su totalidad, como un complejo que relaciona cerebro, mente y cuerpo (Damasio 1994; 1999), y que incluye además el mundo interpersonal y social (Stern 1985; Clark 1997).
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)