Desde los ´80 y con la difusión de innovaciones tecnológicas y la globalización se fueron consolidando cambios en la organización del trabajo. La multihabilidad, la polivalencia y la creatividad que los especialistas señalaban en el “modelo toyota” fueron configurando un nuevo paradigma que ha ido dejando atrás, aunque sin sustituir por completo, la hegemonía del “modelo taylorista-fordista”.
Estos cambios implican desafíos a las instituciones educativas puesto que las “nuevas calificaciones” o “competencias” requeridas para el trabajo no provienen específicamente de la aprobación de un curriculum escolar, sino que se construyen en base a la escolaridad formal y la experiencia. Se pretende que los universitarios adquieran conocimientos generales y flexibilidad; la mayoría de los investigadores señalan que se espera de quienes egresan de la universidad que posean:
- flexibilidad;
- capacidad y deseo de contribuir a las innovaciones, además de creatividad;
- capacidad para hacer frente a las incertidumbres;
- interés en seguir aprendiendo y preparación para hacerlo a lo largo de toda la vida;
- sensibilidad y habilidades para comunicarse;
- capacidad para trabajar en equipo;
- disponibilidad de asumir responsabilidades;
- posibilidad de ser emprendedor;
- capacidad para prepararse para la internacionalización del mercado de trabajo gracias a la comprensión de diferentes culturas;
- versatilidad en las competencias genéricas que son comunes a diferentes disciplinas y preparación en las áreas de conocimiento que sirven de base a diferentes cualificaciones profesionales, como las nuevas tecnologías.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)