En el 2007 fui convocado por la empresa multinacional española Grupo San José, adjudicataria de las obras en la sala principal, a participar en las obras de restauración y puesta en valor del Teatro Colón. Específicamente, se me encomendaron las tareas de restauración del cielorraso del Paraíso de la sala, uno de los más deteriorados. A cargo de un equipo de restauradores, y bajo la supervisión de los mejores profesionales del país en la materia, fui partícipe de la obra. Este texto no profundiza en cuestiones técnicas y metodológicas de la práctica del restaurador, sino que aborda sólo una serie de interrogantes que me fueron surgiendo en el transcurso de la tarea. Más allá de su materialidad, este breve ensayo pretende esbozar algunas preguntas sobre el valor intangible que encierra este emblemático edificio o aquel otro que funcionó donde ahora se encuentra el Banco Nación.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)