En la década del 20, en México, se vive un clima de posrevolución. La década anterior había finalizado con la Revolución mexicana, dejando una honda huella en la cultura del país. Gracias a la labor de Vasconcelos las escuelas, las bibliotecas y editoriales, y las bellas artes, son trabajadas en profundidad, con la colaboración de artistas e intelectuales que serán luego miembros de los grupos o generaciones dominantes en la literatura y las artes. La vanguardia mexicana inicia con el Estridentismo (1922/1927) como una fase combativa al modernismo. Surgen a partir de aquí dos corrientes de vanguardia, completamente opuestas: la hiperartísitica (busca la poesía pura) y la hipervital (busca plasmar la vida neorromántica). En esta primera línea surge Contemporáneos. Llamados grupo o generación, autodefinidos “grupo de soledades”, “grupo sin grupos”, “grupo de amigos”; están unidos por el rigor artístico como manera de alcanzar la pureza poética. Sin manifiestos ni liderazgos, se congregan alrededor de la revista que lleva su mismo nombre. Su período de formación es de 1920 a 1932, con el afán y el propósito de elevar lo mexicano a un plano universal, el contenido de la revista refleja la preocupación por la poesía pura, la herencia precolombina, el pasado colonial y los temas de actualidad. Sus miembros son coetáneos y nacionalistas. En términos culturales es la revista más importante de la década del 20. Sin preocupaciones políticas, sus 43 números publicados revelan los nombres de los fundadores de la poesía moderna mexicana. Vanguardia para algunos, antivanguardia para otros. Tildados de extranjerizantes en el auge de la novela de la Revolución; en el presente trabajo ahondaremos en el contexto de formación de este grupo, analizando los contenidos publicados en la revista, debatiendo sobre una supuesta controversial actuación para el entorno de la época.