Hacia mediados de la década del noventa, la magnitud de la expansión de la democracia a nivel global era evidente: entre 1973 y 1996 el número de democracias en el mundo había llegado a triplicarse y buena parte de los académicos de las ciencias sociales coincidían en que el último cuarto del siglo XX iba en camino a ser reconocido como el periodo más grandioso de fermento democrático en toda la historia de la civilización moderna (Diamond y Plattner, 1996).
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)