Hace tres décadas, Ticio Escobar ya había expuesto en El mito del arte y el mito del pueblo que «aislándose, el arte no enfrentará la dependencia y que su única posibilidad es salirle al paso e intentar reformular y transgredir sus condiciones» (Escobar, 2014: 135). La aspereza dialéctica entre conservación y renovación del arte popular anticipada en aquel libro todavía se dirime en el dominio de tales capacidades –reformular y transgredir– por fuera de cualquier oposición simplista. En esta dirección, el pensamiento acerca de los modos de confrontación y de convivencia del arte popular latinoamericano con otros modelos de producir arte y de asignar sentidos hegemónicos fraguados en la Modernidad, complejiza su vigencia y la amplifica en las páginas de Imagen e intemperie.