El mundo actual enfrenta un reto que constituye un verdadero desafío para la sociedad internacional: el combatir a un enemigo que, sin contar con un territorio o ejército, puede causar daños millonarios en infraestructura y cobrar un número de víctimas considerable. Lo anterior quedó demostrado el 11 de septiembre del 2001 con el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono, así como el 11 de Marzo del 2004, cuando una serie de explosiones sacudió la estación Atocha de Madrid. El estado de ‘seguridad internacional’ dentro del cual vivíamos resultó frágil y vulnerable.