El grupo de las micobacterias es monogenérico, todas corresponden al género Mycobacterium, y muchas de las especies son agentes etiológicos de enfermedades humanas muy importantes como la tuberculosis y la lepra (miembros del complejo M. tuberculosis y M. leprae) que, según datos de la OMS, constituyen en la actualidad uno de los problemas sanitarios de mayor gravedad a nivel mundial, a pesar de los esfuerzos realizados para su control. Además, numerosas especies de micobacterias ambientales (MA), también llamadas “micobacterias no tuberculosas” o “micobacterias atípicas”, han tomado mayor protagonismo en los últimos tiempos como patógenos emergentes, por su implicancia creciente en infecciones oportunistas del hombre y los animales, principalmente con el aumento de las infecciones por HIV (Murray et al., 2003). Sus necesidades nutritivas sencillas, su pared celular muy gruesa y de alto contenido lipídico, su capacidad de formar biofilms y, en algunos casos de vivir como endosimbiontes de ciertos protozoos; son características que les confieren propiedades que favorecen su supervivencia en varios biotopos naturales por períodos prolongados de tiempo. También está demostrado que muchas especies sobreviven a los procesos de clorinación aplicados a las aguas de bebida (Barreira y Sequeira, 2003), lo cual hace del agua de red uno de sus reservorios principales, a través del cual pueden vehiculizarse hasta los humanos.
Los objetivos de este trabajo son: conocer la situación del agua de red de la ciudad de Bahía Blanca en lo que a MA se refiere, e identificar fenotípicamente las cepas aisladas.