Mucho antes de que la psicolingüística se constituyera como una disciplina de estudio particular, ya existía la intuición de que los hechos de la naturaleza, del mundo ‘real’, son aprehensibles por los seres humanos sólo a partir de ‘representaciones mentales’, que pueden entenderse como correlatos internos -es decir, mentales- de los eventos externos al ser humano. La psicología cognitiva distingue entre representaciones cognitivas transitorias, correspondientes a eventos particulares, y representaciones cognitivas permanentes, correspondientes al saber ya adquirido por síntesis de representaciones transitorias, y constituidas como potencialidades de tipo genérico. Actualmente la mayoría de los autores coinciden en que la comprensión de un texto escrito equivale a la construcción de una representación cognitiva del contenido del texto. Sin embargo, no hay acuerdo con respecto a cuáles son los procesos que rigen la construcción de estas representaciones, lo cual también trae aparejadas divergencias con respecto a la naturaleza y a la determinación de las propiedades de dichas representaciones.