¿Acaso no ha sido todo dicho o, más bien, escrito sobre la Revolución Francesa? ¿Qué retoques pueden realizarse a una red de acontecimientos sin misterio? Y con más perfidia todavía, acaso la historiografía francesa de la Revolución no se encuentra esclerosada al volverse repetitiva y encerrada en su dogmatismo, con el consiguiente riesgo de dejar de lado la frescura de nuevos descubrimientos como, por ejemplo, los de los historiadores anglosajones cuya falta de prejuicios para abordar esta problemática es necesario destacar. Entre las constataciones y los deseos, no obstante, algunas realidades se imponen en la apreciación de este paisaje colectivo en el viraje de los años 80. La historia de la Revolución ha retrocedido en los programas de enseñanza primaria y más aún secundaria. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial era enseñada en la casi totalidad de las universidades francesas y hoy esto sólo ocurre en algunas de ellas como Rouen, Tours, Dijon o Aix, sin tener en cuenta a la Sorbonne-París I fortaleza sitiada?. Miseria de una pedagogía que no ha sido estimulada, como lo testimonian las dificultades de supervivencia de las grandes colecciones documentales (los Archivos Parlamentarios). Antes de extraer conclusiones prematuras quizás nos convenga interrogarnos y, sin necesidad de remontamos hasta el dilivio, realizar un "flash back" indispensable para apreciar la verdadera situación.