Pensar en recibir una Orientación Vocacional no es solo elegir una Carrera sino que implica mucho más que eso. Si consideramos el concepto “vocación” como camino hacia la realización, ella significa ampliar el espectro y comprender que se trata de un proceso dirigido a esclarecer y fortalecer un proyecto de vida (Casullo y cols., 1994). Es decir, se trata de aquello que da sentido a la existencia.
Un proceso de Orientación Vocacional satisfactorio colabora para que una persona elija el camino a seguir lo más acertadamente posible, reduce frustraciones en las elecciones profesionales y vocacionales, como también contribuye con la movilidad social y con alcanzar una mejor calidad de vida (García de Fanelli, 2005). Sería interesante que, como una política social, fuera parte de un proceso de orientación general que diera inicio desde la niñez. Los hechos, demuestran que aún el adulto requiere revisar su elección vocacional.
Desde el punto de vista educativo, ella es reconocida como un instrumento de gran valor para la retención de estudiantes en los centros educativos (Aisenson y cols., 2010), particularmente en la Universidad, ya que se ha demostrado que entre las muchas causas de deserción, la falta de claridad vocacional es una de las más importantes.