En 1985 se inició en el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas de la Universidad de Buenos Aires, un programa de investigaciones en arqueología urbana. Este tenía como propuesta comenzar el estudio interdisciplinario de lo que pudiese haber quedado bajo el suelo de la ciudad, de la ocupación histórica de Buenos Aires. Es decir, se trataba de trabajar para verificar la hipótesis de que, pese a la gran transformación edilicia que había sufrido la ciudad, aún quedaban restos materiales de sus 400 años de historia.