La agricultura es una de las principales actividades productivas en nuestro país, siendo afectada en numerosas ocasiones por organismos animales perjudiciales que generan pérdidas importantes, dentro de los cuales se destacan los insectos.
La correcta identificación de los insectos que atacan nuestros cultivos y de sus enemigos naturales es la base del Manejo Integrado de Plagas (MIP), siendo imprescindible para un uso sostenible de los agroecosistema el conocimiento y clasificación de los distintos organismos presentes y sus interrelaciones.
En ocasiones las clasificaciones pueden hacerse con base a cuestiones utilitarias por lo que su detalle y precisión es acorde al objetivo buscado. En este sentido es importante diferenciar la sistemática, que se dedica al estudio de las relaciones y clasificación de los organismos, que incluye las disciplinas de la nomenclatura y la taxonomía. La nomenclatura se ocupa de asignar nombres científicos válidos a los organismos y la taxonomía es la ciencia que se encarga principalmente de la clasificación.
La sistemática siendo una ciencia de un amplio campo de acción, ha evolucionado a lo largo de los años variando en base a sus conceptos y métodos. Así pues, podría clasificarse a los organismos presentes en un sistema productivo de acuerdo a su función, a su parentesco, o a sus características morfológicas, etc.
En definitiva, identificar es dar nombre a un organismo por referencia a una clasificación existente, con ayuda de bibliografía o por comparación con un organismo de identidad conocida. La clasificación es el proceso de establecer y definir agrupaciones sistemáticas.