En un ensayo maravilloso que se llama “Marcas del cuerpo, marcas del poder” (2004), la autora brasileña Guacira Lopes Louro afirma que históricamente la determinación de los lugares sociales o de las posiciones de los sujetos en el interior de un grupo es referida a sus cuerpos. Las personas somos “leídas” desde los parámetros de la cultura, es decir, a partir de las normas sociales de la época, de cómo se organizan las relaciones de poder, y de la escala de valores de los grupos que en determinado momento histórico detentan el poder. Entonces nuestro cuerpo, lo que se observa, es leído a partir de sus “marcas”. Somos indiciados, clasificados, ordenados, jerarquizados, definidos. Se nos ubica en un lugar y se nos pone un valor en el “mercado de los cuerpos”.
Nos preguntamos entonces: ¿cuáles son las marcas que leemos hoy en los cuerpos? ¿Qué cuerpos son los más valorados en el mercado social de los cuerpos y por qué? ¿A qué grupos sociales pertenecen? ¿Cómo entran en juego la etnia, la clase, el género en esa valoración? ¿Qué modelos se imponen como los modelos a alcanzar?