En la famosa Tesis XI sobre Feuerbach, el filósofo Karl Marx sostiene que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (Marx,1975:73). En dicha afirmación, Marx describe lo que -a su entender- ha sido uno de los objetivos principales de la filosofía a lo largo de su historia: la comprensión del mundo. Al margen de las consideraciones de Marx sobre la función de la filosofía, la interpretación y el conocimiento del mundo, o, dicho en otras palabras, de la realidad, ha sido y aún actualmente es uno de los temas centrales sobre los cuales la filosofía intenta dar respuestas.
Tal vez, a primera vista la reflexión sobre la realidad parezca un tema abstracto y complejo, interesante únicamente para las personas que se dedican a la filosofía. Sin embargo, ello no es necesariamente así. Las preguntas sobre qué es lo real, cuáles son sus componentes, qué lo diferencia de lo no real o aparente, y de qué forma (si es que hay alguna) podemos conocerlo, son interrogantes en los que nos hemos detenido en algún momento de nuestra vida.
Para ilustrar lo anteriormente dicho podría pensarse como ejemplo lo que sucede cuando debatimos (o simplemente escuchamos) sobre temas vinculados a la política o la religión. Allí, partidarios de determinada ideología o fe tienen modos de comprender la realidad que, comparados con los nuestros, pueden parecer diametralmente opuestos. En este punto, vale preguntarse por qué sucede esto. ¿Acaso no “vivimos” en la misma realidad, en el mismo mundo? ¿Por qué ante los mismos hechos o sucesos tenemos opiniones diferentes? ¿Efectivamente nos referimos a lo mismo cuando hablamos sobre la “realidad”? En definitiva, ¿qué es aquello que llamamos “real”? Estas son algunas de las preguntas sobre las cuales la disciplina filosófica denominada Metafísica intenta dar respuesta. Han sido muchos los libros, autores y autoras que intentaron hallar una salida a estos interrogantes. No obstante, aquí nos centraremos únicamente en dos de ellos, cuyas respuestas abrieron dos posibles caminos en el pensamiento filosófico: nos referimos a Platón y a Nietzsche.