Los programas de higiene de los alimentos de origen animal han adquirido una enorme importancia, tanto desde el punto de vista de las regulaciones para su control como para el intercambio comercial, ya sea local, regional o internacional, debido al reconocimiento de que las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA) constituyen una amenaza para la salud del consumidor y significan una importante causa de disminución de la productividad económica en todo el mundo. El suministro de alimentos inocuos y de calidad satisfactoria, que nos permita alcanzar niveles adecuados de nutrición en la población, debe estar basado en sistemas eficaces de control e inspección de dichos alimentos. Básicamente, se trata de lograr la protección del consumidor frente a alimentos contaminados, descompuestos o adulterados, perjudiciales para la salud y que puedan ser presentados de modo fraudulento.