En español
Vernant sostuvo que ‘el momento trágico’ –el clima cultural que fue tan propicio para el nacimiento de la tragedia- llegó cuando una vieja ética homérica todavía retenía su poder, pero entrecruzada con una nueva cultura de la polis de base más comunitaria. En este trabajo trataré algunas cuestiones relacionadas con esto en Heródoto. Como Ilíada –Criseida y Helena- el relato de las Historias comienza con una mujer, y con un conflicto que llega a ser aniquilador en sus consecuencias cuando los hombres toman el mando. Hay algunas redirecciones interesantes en la narrativa: momentos en que parece que un tipo diferente de historia, guiada por diferentes motivos y valores, puede imponerse –una historia más desprovista de dioses, o una historia de miedo y expansión, más que de orgullo y venganza; y aún así la historia, no meramente la de Giges sino también la de la dinastía lidia, termina pareciéndose al diseño homérico, con padres acongojados, un país rico destruido por un régimen marcial, una perspectiva divina que no puede evitarse y, finalmente, una extraña unión de la perspectiva del conquistador y del conquistado.
En inglés
Vernant argued that ‘the tragic moment’ – the cultural climate that was so suitable for the generation of tragedy – came when an old Homeric ethic still retained its power, but intersected with a new, more community-based polis-culture. In this paper I discuss consequences when the men take over. There are some interesting redirections in the narrative: moments when it seems that a different sort of story, driven by different motives and values, may assert itself – a more godless story, or one of fear and expansion rather than pride and revenge; and yet the story not merely of Gyges but also of the Lydian dynasty ends by reverting to something like a Homeric pattern, with bereaved fathers, a wealthy country destroyed by a more martial regime, adivine perspective which cannot be avoided, and finally a strange union of perspective of conqueror and conquered.