Como sociedad estamos pisando terreno desconocido en lo que a nuevas tecnologías se refiere. Las potencialidades de la inteligencia artificial (IA) son innumerables, sin embargo, no son infalibles y los sesgos algorítmicos son uno de los grandes desafíos que presenta. En ese contexto, hemos desarrollado las bases de un protocolo para alcanzar una IA con sello ético y enfoque social. El mayor reto es comprender que la IA, no solucionará automáticamente problemas estructurales. Los daños causados por algoritmos son de responsabilidad humana y la IA es una herramienta que se inserta en un determinado contexto y cuyo funcionamiento y éxito dependerá de las personas. Una IA responsable es posible, pero requiere de educación, la fijación previa de parámetros de uso, y el desarrollo de marcos técnicos, de monitoreo de los sistemas, como también, una dimensión humana, que involucre a los distintos actores sociales que han de beneficiarse con ella.