Un modelo matemático es el resultado de la interacción entre saberes, el cual nace en un intento de dar una explicación matemática a un determinado proceso. De esta forma, el modelo vincula el mundo cognitivo de quién lo crea (el mundo de las ideas), con el mundo real (Corbalán 2015, Blomhøj 2021). Queda en evidencia entonces el estado transitivo de los modelos, así como de los procesos llevados a cabo para obtenerlos, puesto que mediante los mismos se intenta dar una explicación a fenómenos (intra o extra-matemáticos), sin necesariamente abordar a un resultado cerrado.
Cuando en particular, se intentan desarrollar herramientas matemáticas para su uso en ramas de la ingeniería, los casos de modelización extra-matemática tienen una fundamental relevancia. Por un lado, debido a que permite introducir el concepto de que no todos los problemas poseen una solución cerrada, y por otro lado y en conjugación con esto último, el proceso de modelización mediante el cual se aborda un problema de modelado matemático es sumamente rico en términos didácticos y educacionales (Rodríguez & Barreiro 2018).
Adicionalmente, según (Peña & Morales 2016) la inclusión de problemas de modelización matemática en el aula puede aportar a la formación de estudiantes con actitud proactiva hacia la resolución de problemas. Esto último, puesto que es posible abordar situaciones que resultan del ámbito de interés de les estudiantes: situaciones de trabajo o de la vida cotidiana (Gómez 2015). Como resultado, es posible incluso aportar a la formación de ciudadanos críticos (Biembengut & Hein 2004, Pochulu & Aparisi 2013, Ole 2010).