Este no es un libro de memorias, pero es un libro que no olvida. Celebra la amistad que busca vencer epistolarmente la distancia, recreando en la escritura de cada carta un espacio de encuentro donde el diálogo sigue siendo posible y crece como una enredadera en recuerdos y fulgores. Se suceden en el libro las cartas que a lo largo de los años el autor recibió de Eduardo Galeano, Osvaldo Bayer, Rafael Amor, Luis Eduardo Aute, Roberto Fernández Retamar y Rodolfo Braceli, piezas que, sin perder su carácter coloquial, mantienen la sensibilidad verbal infrecuente, los relámpagos de poesía, y la repujada elegancia que los identifica. Historias que quedan flotando en la memoria como esas pequeñísimas fiestas de la noche que algunos llaman luciérnagas. No se trata del regodeo nostálgico en algo que solo tiene valor personal sino que muchas de esas cartas son verdaderas piezas literarias que permiten completar desde la intimidad un retrato profundo de cada uno de esos grandes artistas y pensadores de nuestro tiempo.