En el inicio de una investigación científica vamos a encontrar que debemos delimitar o situar ciertos elementos conceptuales comunes en metodología que van a guiar el proceso de construcción del objeto de investigación, para llegar a plantear un problema, una pregunta susceptible a ser investigada, o sea, la identificación de lo que se va a investigar. Ahora bien, intentaremos dar claridad sobre esos conceptos intrincados que a primera vista parecieran ahistóricos y ateóricos. Nos referimos al llamado “tema o temática de investigación”, “problemática o situación problemática” y “agenda de investigación” entre otros. Según Borsotti (2009), temática o problemática aluden a áreas del conocimiento más extensas y abarcativas que hablar sobre un tema o un problema, o sea bloques amplios que pueden derivar en diversos temas o problemas. Pero detengámonos en este aspecto: ¿Cuál es la importancia de esta delimitación y distinción semántica? ¿en qué aporta al fin de considerar los distintos aspectos y operaciones involucradas en el proceso de identificación y formulación de qué se va a investigar? En una primera aproximación podríamos decir que no de mucho. Sin embargo, es dable destacar que, dentro de una llamada temática o problemática amplia, se pueden delimitar situaciones problemáticas específicas ligadas a diferentes campos del conocimiento. Y he aquí donde esa distinción cobra relevancia desde el punto de vista ontoepistemológico ya que se recorta un sector de la realidad y se lo intenta conocer desde diversos puntos de vista según la adscripción teórico-conceptual de quien percibe.