La definición acerca de qué se entiende como lengua en distintas líneas didácticas, incluso dentro de aquellas que se proponen atender a la diversidad lingüística, sigue presentándose como un problema de indagación frente a la decisión de asumir las particularidades que la constituyen cuando es observada desde la perspectiva del trabajo docente. A manera de avances sobre este problema, se propone recuperar en el presente artículo distintos trabajos etnográficos puestos en relación con aportes del interaccionismo sociodiscursivo y estudios sociales y culturales en el intento de abordar a la enseñanza de la lengua siempre atravesada por las condiciones materiales y simbólicas del trabajo docente. Con ello, se habilitan hipótesis para comprender cómo el objeto de enseñanza llamado lengua en la historia de la disciplina escolar se define en el propio trabajo docente y, por lo tanto, amerita ser indagado en la especificidad de su cotidianeidad. De esta forma, se pueden sustentar con un anclaje en las prácticas de enseñanza las producciones de saberes didácticos que ofrezcan orientaciones o reorientaciones al trabajo docente que ya se realiza en la enseñanza de la lengua para franquear su aplastamiento o descalificación, ocultamiento o negación.
En este marco, se persigue recortar en el análisis especialmente a la enseñanza de la lengua respecto de las tensiones entre su carácter normativo y la atención de la diversidad lingüística. Así, desde el punto de vista del trabajo docente, en las clases donde se juega algún orden de la enseñanza de la lengua y en sus realizaciones escritas, se da como acción social la separación de la lengua de su contenido ideológico para abstraerla de sus contextos de producción. Es decir, que esa lengua que se enseña siempre se revela en el aula como “mediatización de las prácticas sociales de referencia” (Bronckart y Plazaola Giger, 2007, p. 114) y no como mediación en pos de refractar un orden social “real”.