El uso desmesurado que en el campo de las prácticas corporales se hace del sintagma prácticas corporales desde las más diversas posiciones y disciplinas, hace que debamos precisar qué significa ese concepto en el PIC (programa de investigación científica) que llamamos Educación Corporal. En primer lugar hay que decir que en nuestro programa ellas, o su reducción lógica, constituyen su objeto, aún si él no puede no incluir el estudio del cuerpo, el sujeto, la enseñanza, la educación, la formación, la ética disciplinar. Las prácticas corporales articulan todas esas teorías y las que aún hagan falta para lograr que la teoría y la técnica de la Educación Corporal sean una y la misma cosa.
Es preciso, quizás, aunque sólo sea por el carácter a propósito elemental de este escrito, hacer un recorrido histórico de nuestra elaboración del concepto. Particularmente, adopté la expresión “practicas corporales” de Pierre Parlebas en 1994, con el único propósito de alejarme de las “actividades físicas”, término a todas luces insuficiente para designar lo que se pone en juego cuando los seres humanos se mueven en determinadas dimensiones o a determinados niveles.