La simpleza con que algunos sujetos y/o grupos aluden a los derechos humanos es la que nos impulsa a la escritura de este capítulo. Los derechos son tratados de manera tan natural que es preciso volver a la conciencia de que son una construcción. Una arena de lucha entre quienes reclaman su ampliación y aquellos que pugnan por su restricción. Esta tensión que recorre y recorrió la historia educativa de nuestro país no puede quedar, dada su importancia, por fuera de las carreras del profesorado.
Ser docente es procurar —en el micro espacio del aula— ser garante del derecho a la educación y —agregamos, en nuestro caso— del arte. Por otra parte, ser docente es también tener legítimo derecho a la formación continua. En esta doble perspectiva deseamos que se sostenga la enseñanza.