Si recuperamos los cuentos “Las cosas que perdimos en el fuego” de Mariana Enriquez, junto con “Los peligros de fumar en la cama” tomado como precedente, y la novela "Romance de la Negra Rubia" de Gabriela Cabezón Cámara, junto con una escena narrativa previa de La Virgen Cabeza, podríamos armar una constelación de ficciones donde algunos motivos reaparecen y confluyen: mujeres que incendian a otras, mujeres que se prenden fuego por su propia voluntad, mujeres que iluminan el mundo con sus llamas son figuraciones que se conectan además con una construcción de la mujer como monstruo, como sujetos mixturados, inconclusos o mutantes. En estas ficciones los cuerpos devienen otros, experimentan diversas metamorfosis, convirtiéndose en un cuerpo desfigurado, en un cuerpo enfermo, o mimetizándose con el reino vegetal o animal. De este modo, se constituyen como subjetividades que dislocan el orden de la naturaleza y de la sociedad, monstruos siempre ambivalentes entre la intervención normalizadora del poder y las posibilidades de la desujeción.