Comercializar el ganado a través de ferias ganaderas es común en muchos países sudamericanos (Gallo & Huertas, 2016). Este es un proceso inherentemente estresante para los animales, ya que son sacados de su ambiente, cargados, transportados y descargados varias veces; son confinados en lugares desconocidos, y se incrementa el tiempo que pasan sin agua y sin alimento. En estos lugares los animales son manejados por personal desconocido, generalmente sin capacitación en manejo animal y son expuestos, al menos, al doble de estresores físicos y psicológicos que los animales que se venden directamente de granja a granja o de granja a matadero. De Vries (2011) estudió la relación humanoanimal en 40 operarios de ferias ganaderas chilenas y sus resultados revelaron que el 65 % de ellos padecía una relación humanoanimal negativa. Esto tiene consecuencias tales como una mayor presentación de lesiones (contusiones) típicas del uso de elementos de arreo en las canales del ganado para faena que ha pasado por ferias en comparación con el ganado que fue directo de predio a matadero (Strappini et al., 2012). Los efectos a corto y largo plazo que el transporte, ayuno y paso por ferias producen sobre la salud, el bienestar y algunos indicadores productivos de los terneros y de las vacas de descarte, han sido el objetivo de varios trabajos recientes realizados en la Universidad Austral de Chile.